Hoy en día es difícil creer que una persona en la Ciudad de México no ha sido víctima de la delincuencia; ya sea en el transporte público, en la calle o en cualquier otro sitio, es común que los amantes de lo ajeno hagan de las suyas.
Irrita saber que esto es el “pan nuestro de cada día” y que las autoridades no sean capaces de frenarlo, o quizá no es por falta de capacidad sino de ganas, ¿no creen?
Porque una persona ya no puede dirigirse a su lugar de trabajo tranquilamente, sin temor a que le roben aquello que tanto trabajo le ha costado obtener, llámese celular, reproductor de música, auto, o dinero como tal.
Y, ¿qué pasa cuando alguien intenta hacer justicia por su propia mano o cuando las personas actúan en defensa propia? La realidad es que casi nunca les va bien.
Eso es lo que más irrita, que a quien le corresponda, no pueda mover un dedo, aun cuando se presenten todas las pruebas posibles, de que alguien cometió un crimen, pero cuando una persona no acude ellos y actúa por su cuenta, no se les ve ni el polvo.
Lo malo es que, con todo esto, aunado a los programas televisivos y la mala orientación, ¿qué futuro le espera los más pequeños, y al país mismo?, ¿o qué opinan?