2018, otro año de incertidumbre

La relación entre elecciones y economía es muy estrecha. Todavía hace eco el Error de Diciembre que provocó la devaluación del peso en 1994, un hecho que, tanto Ernesto Zedillo como Carlos Salinas, señalan como culpable al otro, por ocurrir justo en la coyuntura de cambio de gobierno.

El 2018 se avecina como el año de la elección más grande y reñida en la historia de México. Con una economía basada en el capital privado, es normal que muchos inversionistas duden emprender negocios, en función del contexto político.

Las pasadas elecciones en Estados Unidos fueron un gran ejemplo de cómo una elección puede afectar a la economía. Tanto en las semanas previas como en las posteriores a la victoria de Donald Trump, la moneda mexicana llegó a su peor nivel devaluatorio en la historia, superando el umbral de los 20 pesos por dólar.

Un empresario invierte su dinero en función de los rendimientos que obtendrá. Dichos rendimientos son mejores cuando un Estado tiene menos restricciones en su andamiaje legal, cobra menos impuestos, y tiene un menor control de precios.

Estas reglas sólo pueden ser cambiadas, en el caso de México, por el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo; de manera que, cuando hay cambio de gobierno, los inversionistas prefieren detener su flujo de capital y eso frena la economía.

La gran diferencia del 2018 viene marcada, no sólo por las elecciones sino por una renegociación en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El riesgo viene con la amenaza de Donald Trump de salirse del acuerdo, por lo que, quien resulte presidente de México en el 2018, tendrá que lidiar con nuevas reglas comerciales en la región, lo que afectará significativamente el flujo de la economía en años posteriores.

Pero esto es un factor externo; en el panorama interno poco se puede decir al respecto. Todos los posibles candidatos forman parte de la misma superestructura que garantiza el mismo sistema económico, basado en un neoliberalismo ortodoxo e incluso arcaico; ni siquiera López Obrador (el supuesto líder opositor) significaría un cambio de rumbo en ese aspecto.

La economía mexicana, como todas las economías del mundo, no es autosuficiente; depende mucho de Estados Unidos, Canadá y en menor medida de algunos otros países, de manera que, sin importar quién gane en el 2018, la historia está marcada por un contexto económico, que no ofrece un cambio de rumbo en el corto plazo.

@LosIrritantes

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