Cada vez es más común que la gente pida prestado, para pagar lo que pidió prestado antes. Esto genera una burbuja especulativa que a mediano plazo podría explotar. De acuerdo con la plataforma Fintech: Prestadero, el 63.2 por ciento de los mexicanos solicitan un crédito para liquidar otras deudas.
Esto no es coincidencia: las medidas tomadas por Luis Videgaray como Secretario de Hacienda, y perpetuadas por el Secretario multiusos, José Antonio Meade, desembocaron en que la deuda pública estuviera a punto de alcanzar el 40 por ciento del Producto Interno Bruto en 2016.
El 1 diciembre de 2017, hizo eco la noticia de que el salario mínimo llegaba a 80 pesos con cuatro centavos, el más alto en 17 años. De esta manera el poder adquisitivo de los que ganaban un salario mínimo se recuperaba en un 15 por ciento.
Sin embargo, ese mismo día, el precio de la gasolina aumentó hasta 20 por ciento por todo el país, con el fin de estabilizar la deuda pública. En ese momento José Antonio Meade juró y perjuró que este “ajuste” no tendría impacto en la inflación.
Sin embargo, bastó un mes para que la inflación fuera la más alta en 18 años al colocarse en 4.7 por ciento. Esto dio al traste con el aumento al salario mínimo, pues el Índice Nacional de Precios al Consumidor aumentó 1.51 por ciento.
En marzo de este año, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos dio a conocer que el gasolinazo de enero, aunque no borró el incremento al salario mínimo, sí redujo su poder adquisitivo.
De acuerdo con el Observatorio del Salario, de la Universidad Iberoamericana de Puebla, el salario de los profesionistas ha tenido una pérdida de 10 mil pesos en diez años. Según su estudio, si los salarios no dependieran de la inflación, y se calcularan de acuerdo con la Constitución, estos se elevarían promediando los 17 mil pesos mensuales.
Por eso no sorprendió que en abril de 2017, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores haya informado que los niveles de cartera vencida en México, es decir, las personas que dejaron de pagar sus deudas por un crédito adquirido, aumentaran 12 por ciento, la más alta en tres años.
Sometidos por una cultura de consumo masivo, y el alza en los precios de los productos, de una economía carente de autonomía, la población mexicana cada vez está pidiendo más dinero prestado, para pagar deudas previas.
El verdadero peligro está en la facilidad con la que los bancos están otorgado el crédito y todavía peor: justo cuando las Fintech emergían en el mercado mexicano, como una solución muy viable, el sistema financiero pidió con rabia una regulación que frenara su libre desarrollo, con la Ley de Tecnología Financiera.