¡Ya me robaron la bici!

Un día común, media tarde, en plena Ciudad de México. Un tipo bien vestido ingresa a un edificio y sin que nadie lo detenga se roba tres bicicletas. Sale por la puerta como cualquiera, una, dos, tres veces, sin que algún vecino se percate del hecho, y sube a un auto donde seguramente lo esperan sus cómplices.

RATERO

Se trata de una banda bien organizada, que funciona en la Colonia del Valle y alrededores, y les va tan bien que ya operan de manera sistematizada.

El problema en la Ciudad de México es que esta clase de escenas se repiten a diario. No importa cuántas cámaras de seguridad, policías o cercas electrificadas se instalen, porque ni siquiera teniendo las imágenes reales de los ladrones, el sistema judicial hará algo para atraparlos y darles un castigo.

El gobierno de Miguel Ángel Mancera se caracterizó, desde el primer año, por promover el uso de la bicicleta como un sistema de transporte limpio, económico y saludable, sin embargo no ha hecho nada por propiciar la seguridad de los ciclistas. A diario hay al menos diez denuncias por robo de bicicletas, más todos aquellos casos que no llegan al Ministerio Público, sumando un total de casi 800 denuncias anuales.

Alguien pregúntele al señor Mancera, y de paso al delegado de Benito Juárez, Christian von Roehrich, de qué sirve tanta promoción del ciclismo e inversión en infraestructura, si al final vamos a tener que tomar el camión porque nos robaron la bicicleta.

Aunado a lo anterior, se sabe que ahora los ladrones son más sofisticados y violentos, y acuden a cometer sus fechorías armados y con toda clase de herramientas para lograr su cometido. No es posible que nadie sea capaz de verlos y ponerles un alto, ¿dónde está la policía?, ¿dónde queda la justicia?, ¿por qué siguen ganando ellos y no los ciudadanos que quieren vivir en paz?

A este paso, tanta promoción de las famosas ciclovías no va a servir de nada. Nadie quiere salir a rodar en una ciudad donde en tres segundos que te quitan la bicicleta, la cartera y el celular, si no es que también te ponen una buena golpiza, nada más para que no se te olvide.

Y lo peor es que, como todo lo ilegal en esta ciudad, lo robado termina vendiéndose a precio de remate en los mercados de las colonias populares. Ahí están los criminales, haciendo negocio con las cosas de otros, todos lo saben, pero nadie hace nada.

Asaltos, secuestros y robos a plena luz del día, en la Ciudad de México parece que viven más ladrones que personas honestas, y los primeros hacen fortunas del miedo de los segundos. Claro, eso hasta que surgen aquellos que, cansados de los criminales, deciden hacer justicia por mano propia.

¿Será que el señor Mancera está esperando a que los chilangos salgan armados a las calles, a buscarse la justicia que no tienen, para decidir entonces ponerse a trabajar?

@LosIrritantes

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