La enorme consecución de fracasos y tragedias, desde La Conquista en 1521, ha hecho que el mexicano abrace con fuerza el verbo “hubiera”.
La frase más común es: “el hubiera no existe”; sin embargo, como forma verbal, es una expresión perfectamente existente y aceptada por la Real Academia Española.
El detalle es que se trata de una conjugación del modo subjuntivo, es decir, es una expresión donde predomina la subjetividad, un deseo, posibilidad, hipótesis.
Es por eso que el “hubiera” no existe; porque no es como el modo indicativo, que se refiere a lo que sí se conoce, se comunica y acepta, es decir, el “hubiera” no existe en la realidad que vivimos; es un recurso lingüístico que extiende nuestra experiencia a momentos hipotéticos.
¿Por qué todo este breviario cultural? Porque con el pasar de los años “el hubiera” se ha convertido en un medio para explicar las mil y una catástrofes sociopolíticas que han sucedido en la historia hispana del país.
Para el recién aspirante a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Marco Rascón, el hubiera es el verbo de la justificación intrínseca, es decir, aquello que explica las cosas, pero que bajo ninguna circunstancia las cambian.
El doctor Rafael Álvarez Cordero va más allá al afirmar que los más recientes “hubiera” son prueba de que, la impunidad y la corrupción reinan hoy en día en México.
Detrás de cada “hubiera” hay un episodio de dilación y retraso en la toma de decisiones importantes ,cuyas nefastas consecuencias motivan el uso del ya muy citado verbo, acota el médico.
La completa ausencia de un Estado de Derecho atiborra al país de sangre, desaparecidos, muertos y un enorme torrente de políticos sin castigo.
Lo anterior, a juicio nuevamente de Marco Rascón, hace de dicho verbo “una isla para salvarnos de nuestros naufragios”.
Todo aquel que diga que “el hubiera no existe” se equivoca rotundamente, tanto a nivel lingüístico como a nivel de realidad.