A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2018, los candidatos van poco a poco abriendo sus propuestas para atraer votantes y tratar de acercarse lo más posible a la anhelada silla.

Margarita Zavala es una candidata independiente a la presidencia, esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, y perfecta representante de la Derecha ultraconservadora en México.

En su posición, Zavala ha sido capaz de pronunciarse sobre temas tan delicados como la legalización del aborto y los derechos de la comunidad LGBT en el país. Obviamente, desde la Derecha que maneja perfectamente bien, ha dicho que se pronuncia “a favor de la vida” y en pro de la familia tradicional.

Nadie la puede culpar, es una señora católica, educada en el seno de una familia de la alta sociedad mexicana, amaestrada políticamente en los estándares de la vela perpetua y preparada para gobernar viendo de arriba hacia abajo.

El problema con Margarita es que es una candidata que a todos los mexicanos les costará millones de pesos en estas elecciones, pero su propuesta no está a la altura de lo que el país necesita. Más bien su discurso es una especie de retroceso hacia años luz de distancia, retrogrado, absurdo y sumamente discriminatorio, en una sociedad que necesita cambiar sus esquemas de pensamiento, para poder avanzar hacia el progreso.

Los abortos clandestinos son la quinta causa de muerte entre las madres mexicanas y hay casi dos millones de niños confinados a instituciones, porque sus padres no se hicieron cargo. Pero a Margarita Zavala le preocupa defender la vida de un feto cuyo futuro no está asegurado por nadie y de paso orillar a millones de menores a crecer sin padres, porque “el matrimonio es hombre y mujer, y lo demás habrá que revisarlo”.

Irrita mucho que estos sean los candidatos, mediocres e inservibles, que tenemos para gobernar el México que dejaremos a las nuevas generaciones.

Si vamos a votar por prejuicios, creencias absurdas, discriminación e ignorancia, entonces mejor no votamos.

@LosIrritantes