Los mexicanos no están acostumbrados a pagar por calidad, su percepción de los precios de consumo, dista un poco de la lógica, y luego por eso los acusan de “pinches”.
Una de las quejas más recurrentes de los emprendedores en México, es que sus clientes nunca quieren pagarles lo justo, no valoran su trabajo y siempre les regatean, aunque tengan el dinero en la mano.
En especial cuando se trata de empresas pequeñas y desconocidas, los mexicanos suelen hacerlas menos y buscan maneras de pagarles lo mínimo, aunque se trate de un producto o servicio de primera calidad.
Algo sucede en este país que nos hace no valorar el trabajo intelectual o manual de alguien, solamente porque no se trata de una empresa grande o muy renombrada. Por eso la mayoría de los mexicanos pueden comprar en trasnacionales, pagar precios exorbitantes por cosas de muy baja calidad, y además sentirse bien por ello; pero cuando acuden a negocios pequeños o con productores independientes, entonces siempre quieren pagar menos y desvalorizar el trabajo de quienes invirtieron en estudios, infraestructura, diseño, y el desarrollo de toda una idea de empresa.
Para saber cuánto es justo pagar por algo, hay que tomar en cuenta el trabajo de quien lo hizo, las horas que invirtió, además de la cuestión material, y todo el proceso intelectual que le llevó generar esa idea y ponerla en práctica.
Los mexicanos pagamos mucho menos de lo que deberíamos, en la mayoría de los casos, y no estamos acostumbrados a valorar calidad contra cantidad. Incluso preferimos pagar menos por menos calidad, con tal de ahorrarnos unas monedas.
De todo eso se deriva que los mexicanos nos sintamos menos, que creamos que no merecemos mejores cosas, y por eso no debemos pagar más, aun cuando el asunto en cuestión lo valga.
Carencia, ausencia de autoestima y poco interés por hacer que México crezca económica y socialmente, por eso millones de consumidores siguen pensando que, invertir en calidad y empresas nuevas e independientes, es un error.
Un acierto de los consumidores en el Primer Mundo es que apuestan por los emprendedores y los negocios locales, como una manera de apoyar el crecimiento de su propia economía y no permitir que el dinero se fugue con las trasnacionales.
Es irritante saber que los mexicanos son pésimos consumidores, buscan bueno, bonito y barato y, por supuesto, no entienden que de sus propias apuestas depende que los empresarios independientes subsistan o desaparezcan.