Los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018, con sede en Barranquilla, Colombia, han sido el escenario ideal para que decenas de deportistas mexicanos saquen a relucir la madera de que están hechos.
A sólo unos cuantos días de iniciados los juegos, México acumuló 175 medallas y lideró la lista de todos los países, aún por encima de Colombia que llevaba 123 preseas.
En prácticamente todas las disciplinas, México fue el campeón de los Centroamericanos, un sitio que nadie se esperaba, pero que demostró la calidad con que los deportistas están siendo entrenados en el país, y aún a pesar del poco apoyo que les otorga el gobierno.
El Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar) tiene destinados menos de 200 millones de pesos, con los cuales se debe entrenar, alimentar, vestir y mandar a competir a todos los atletas que representan al país. Sobra decir que ese presupuesto no alcanza, y muchos deportistas buscan patrocinios afuera, para poder ir a las competencias y mantenerse.
El deporte nacional no es negocio para el gobierno mexicano, no se le invierte porque no genera ganancias en publicidad, como sí lo hace el fútbol, y entonces se le otorgan tan sólo algunas migajas para que logre sobrevivir.
Los atletas mexicanos que fueron a los Centroamericanos, son un halo de esperanza para millones de niños y jóvenes, una manera de manifestar que sí hay oportunidad para el deporte en un país que le presta poca atención a ese tema.
Es bien sabido que el gobierno de Enrique Peña Nieto gastó, en sus seis años, más dinero en hacerse publicidad que en apoyar el deporte nacional, 37 mil millones de pesos que bien hubieran servido para darle sustento a las casi 200 medallas centroamericanas, que costaron mucho sudor y lágrimas a los desalentados deportistas mexicanos.
Es irritante ver la situación que viven los atletas de México, pero es alentador ver cómo, a pesar de eso, salen y hacen su mejor esfuerzo para poner en alto el nombre de un país que no les da ni siquiera para zapatos.
Los Irritantes 