La moda de hoy día en las redes sociales es el famoso “pack”, una práctica en la que personas, en especial niños y adolescentes, comparten imágenes con contenido sexual, ya sea propio o de alguien más, con tal de obtener popularidad en un grupo o simplemente no ser expulsados.
Vivimos tiempos muy locos, hace unos 15 o 20 años a nadie se le hubiera ocurrido que era buena idea hacer públicas fotografías íntimas. En la actualidad, y para los más jóvenes, esto es lo más normal e incluso es una práctica obligada, si lo que se busca es aceptación social.
Las redes sociales nos han puesto totalmente de cabeza, desafiando todas las reglas de la moral, la ética y hasta el sentido común. Los retos que ahí se proponen son cada vez más absurdos y fuera de toda lógica, pero son directamente proporcionales al estado mental y emocional de las nuevas generaciones.
Hace 15 o 20 años vivíamos un mundo con relaciones humanas mucho más reales, las personas hablaban y al menos se miraban a los ojos, y los jóvenes tenían mejores referentes sobre cómo vivir. Pero hoy el mundo está mucho más revuelto, y se ha convertido en algo demasiado importante el hecho de figurar en las redes sociales, tener “amigos” y likes, aunque en realidad no signifiquen nada.
A partir del 2017 el tema del “pack” llegó a niveles extremos en México, en muchas escuelas primarias este asunto se volvió moda y menores de 12 años subieron sus propias fotografías a las redes.
La facilidad con la que los niños acceden a Internet ha hecho que tengan información y herramientas que no pueden manejar. Por supuesto que nada tendrían que estar haciendo inmersos en una red social, pero como vivimos en un mundo donde los padres no se ocupan de sus hijos, y la nana moderna es un teléfono celular o un iPad.
El asunto no termina en una travesura puberta. Las imágenes que llegan a la red son compartidas por millones de personas y suelen terminar en redes de trata de blancas, pornografía y criminales sexuales.
México vive una época especialmente complicada en el tema de las desapariciones de menores, aunque a padres y maestros poco parece importarles, porque siguen permitiendo que se expongan en redes, los dejan al alcance de los delincuentes y hasta les proporcionan las herramientas para que se exhiban, como en catálogo de Avón.