En este país, donde los estereotipos son ley, la mayor aspiración del mexicano promedio es solo una: ser blanco y rubio.
El cine, la televisión, la publicidad, la música, en México, todo está cubierto de imágenes en las que ser rubio y de piel blanca representa estatus, mientras otro tipo de fisonomías van quedando de lado por ser “menos bonitas”.
Desde 1519, año en que llegaron los españoles a México, ser de este territorio y tener piel morena se convirtió en símbolo de humillación, algo muy malo que, a lo largo de todos estos siglos, hemos seguido tratando de ocultar; hoy día somos el consumidor número uno de tinte rubio a nivel mundial.
¿Por qué?, ¿qué tiene de bueno tener pelos de elote? Las telenovelas mexicanas dicen que las rubias se quedan con los ricos, guapos y famosos, mientras las morenas siempre hacen el papel de sirvientas y de villanas.
La estadística afirma que hasta el 70% de los mexicanos se tiñe el pelo, una costumbre que, lejos de reflejar preocupación por la belleza, indica baja autoestima y nula autoaceptación.
Otros productos, como las cirugías estéticas y los cosméticos que blanquean la piel, tienen un mercado multimillonario en México, pagado por multitudes enteras de personas que invierten buena parte de sus ingresos en tratamientos para, supuestamente, parecer más extranjeros y menos mexicanos.
¿Qué hay de malo en parecer mexicano? En teoría nada, pero estadísticamente somos uno de los países más discriminadores a nivel mundial, y solemos comportarnos realmente mal con todo aquello que no sea blanco y rubio, aunque esa no sea la descripción real de la mayoría de quienes aquí nacieron.