¿Alguna vez te preguntaste por qué los políticos y los empresarios se burlan constantemente de los mexicanos? La respuesta es sencilla, solamente sucede eso porque en efecto no somos los más inteligentes y casi siempre nos ponemos el pie nosotros solos.
Igual que alguna vez escribió Ray Bradbury en su novela «Fahrenheit 451», un país en donde los libros son quemados, como un acto simbólico, es un sitio donde la gente está condenada a la ignorancia y más aún a la infelicidad, pues sin el conocimiento que le proveerían aquellas páginas, viviría atada a los designios de un sistema al que no le conviene que encuentre la felicidad en saber y hacer cosas por sí misma, sin esperar que alguien le resuelva el porvenir o le mastique la comida.
En septiembre de 2019 y con motivo del aniversario de la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero, se organizó una marcha por las calles de la Ciudad de México, resultado de la cual varios negocios fueron vandalizados, entre ellos una librería que primero fue saqueada y al final quemada por algunos manifestantes.
Es difícil saber quién es el culpable de estos hechos, probablemente no todas las personas que asistieron a la marcha tenían esas intenciones, otros tal vez sí y unos más fueron introducidos a propósito para crear caos. El hecho es que un país donde de manera simbólica se queman los libros, es caldo de cultivo para la autodestrucción, porque no hay nada más autodestructivo que quemar el conocimiento.
Bajo el lema de “leer es burgués”, los involucrados saquearon y quemaron un local de una conocida cadena de librerías, igual que tantas otras veces se ha hecho con tiendas, bancos y otros establecimientos comerciales so pretexto de que son monopolios que oprimen y explotan trabajadores.
Claro que el discurso del monopolio opresor y el capitalismo a estas alturas ya está caduco. Pensar que quemar libros o tiendas sirve para cambiar el mundo, es como pensar que a los monopolios les afecta en algo que les dañemos un local cuando tienen 100.
Y he ahí la trampa, si el sistema nos mantiene ocupados pensando en falsas rebeldías y haciéndonos creer que somos “revolucionarios”, obviamente no nos vamos a dar cuenta de lo que está pasando tras bambalinas.

Quemar libros no ayuda a nadie, no cambia la situación y no propone absolutamente nada, sólo difunde un mensaje erróneo acerca de que destruir el conocimiento es un acto libertario, cuando es todo lo contrario.
Si crees que quemar libros está bien y que leer es un acto burgués, entonces obviamente no lo vas a hacer, no vas a aprender nada y te quedarás dentro de tu ignorancia creyendo que el conocimiento es una mercancía, cuando en realidad es la llave a la libertad y la igualdad entre los seres humanos.
Si no lees, entonces no sabes, si no sabes eres manipulable, y si eres manipulable te conviertes en blanco perfecto para que, ahora sí, monopolios y gobiernos te utilicen para sus propios fines. Tal como está sucediendo ahora.
Por supuesto que a esa cadena de librerías no le importa la destrucción de su local porque tiene muchos más a lo largo y ancho de todo el país, la afectación es mínima y quienes compran ahí no tienen más que caminar cuadras más adelante para encontrar otra sucursal.
¿Entonces cuál es el sentido de este desastre? Mientras unos creen que con eso dañan a los monopolios y a la famosa burguesía, los empresarios y los políticos se ríen en la cara de todos los mexicanos porque siguen haciendo lo que se les da la gana y a ellos nadie los molesta.
Ya estamos en el siglo XXI, la Revolución Mexicana tiene más de 100 años de distancia respecto a nosotros y es tiempo de que la superemos, que aprendamos formas más inteligentes de hacer rebeldía, de manifestarnos contra aquello que nos oprime y especialmente empecemos a proponer cómo hacer que las cosas sean distintas.
La manifestación callejera, el vandalismo y la destrucción son métodos viejos, ya nos han enseñado que no sirven, no proponen y sólo nos distraen porque finalmente los que tienen el poder siguen haciendo lo que quieren por encima de nuestra nariz.
Esa cadena de librerías va a volver a abrir su tienda en unos cuantos días, por supuesto que el monopolio no se destruyó, los estudiantes de Ayotzinapa no regresaron a sus casas y el único resultado de esta manifestación es el panorama de la estupidez en la que estamos sumidos los mexicanos.
Caemos una y otra vez en la trampa de la revolución utópica, sin darnos cuenta que haciendo lo mismo no va a cambiar nada, si queremos otros resultados hay que proponer otras cosas, aprender y probar métodos distintos que no dejemos en manos del gobierno o de la burocracia.
@LosIrritantes