Últimamente en México todo se refiere al asunto del feminismo. Resulta que un movimiento internacional respecto a la violencia hacia ellas ha puesto en la mesa cómo es que ciertas formas de maltrato están normalizadas y a nadie le parece que estén mal.
El asunto ha llegado tan lejos que el papel ha cambiado, de ser ellas las víctimas de la violencia han tomado un papel de guerreras en el que, según dicen, prácticamente todo en el mundo está marcado por el machismo.
Cierto o no, la realidad es que tampoco es lógico asumir que ellos siempre son los malos y ellas siempre son inocentes.
En México se hizo viral el vídeo de una mujer en el transporte público que pelea con el conductor porque no le permite bajar por la puerta de adelante. Ella argumenta que es prácticamente discapacitada por traer tacones y el chófer es un machista porque no se compadece de su condición dejándola bajar por donde ella quiere, a pesar de que está prohibido.
El tema del movimiento feminista en la actualidad ha llegado tan lejos que aquellas que lo usan de bandera juran poder hacer lo que les venga en gana, aún cuando se trate de romper las reglas porque ellas son «víctimas» y nadie se compadece de su situación.
En la Ciudad de México varias mujeres, simpatizantes de este movimiento, vandalizaron varios monumentos históricos y dañaron infraestructura urbana a manera de manifestación por la ola de feminicidios reciente.
Y podríamos pensar que está bien, cada quien tiene derecho a manifestarse y el asunto de los crímenes de género es muy grave. El problema aquí es que no es lógico pedir que se cumpla la ley al mismo tiempo que la estamos rompiendo.
Nada justifica romper la ley y menos en un país donde precisamente eso es lo que ha complicado todo, que nadie respeta las reglas y so pretexto de sus propias necesidades todo mundo cree que es justificable quebrarlas.
Destruir la ciudad no va a parar los feminicidios ni va a terminar con el machismo, pues es un problema arraigado en cada hogar, nacido de cada mujer que no ha trabajado en sí misma para merecer algo mejor y cuyos vacíos existenciales pretenden ser llenados con hijos que crecen sin límites, sin educación y sin respeto por nadie.
Ninguna mujer, por más feminista que se proponga ser, va a hacer la diferencia si primero no trabaja en su amor propio y en su dignidad.
Lady Tacones es el ejemplo perfecto de un feminismo mal entendido, llevado al extremo por mujeres frustradas, ignorantes de su propia carencia emocional y enojadas porque no han resuelto sus propias vidas.
@LosIrritantes