Asaltos en el Metro

El Sistema de Transporte Colectivo (SCT) fue creado para dar servicio a tres millones de usuarios; sin embargo, la red recibe diariamente a 5.2 millones de personas, así lo reveló el propio director del SCT, Jorge Gaviño, en junio del año pasado.

Pese al aumento del boleto a cinco pesos, el servicio no ha mejorado pues el costo real de un viaje en metro es de 15 pesos, lo que ata de manos al sistema por completo.

La implacable afluencia de pasajeros vuelve a las instalaciones del metro como un caldo de cultivo perfecto para el crimen y el robo hormiga. De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ-CDMX), el primer semestre del 2017 dio cifras récord en cuanto a robos dentro de las instalaciones del SCT, con 599 actos ilícitos.

Aunque en los últimos cinco años, el Gobierno de la Ciudad de México ha aumentado el número de elementos de seguridad en la red, pasando de 3,116 en 2011, a 5,839 en 2016, esto no ha sido suficiente para amainar la ola de crímenes que azotan las instalaciones.

Aunado a eso, está la reducción presupuestal en materia de seguridad. En lo que va de la administración de Miguel Ángel Mancera, el presupuesto se ha caído 73 por ciento, pasando de 391 millones en 2011 a 104 millones en 2017.

De acuerdo con las cámaras de vigilancia, los hurtos no son llevados a cabo por una sola persona; generalmente son un grupo de tres personas con un modus operandi estandarizado, que consiste en aprovechar los empujones para extraer las pertenencias e inmediatamente dárselas al cómplice, quien se dará a la fuga.

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Esta acción exime al primer involucrado, al no tener las pertenencias y el crimen se consuma pues el poseedor de lo hurtado ya no se encuentra en la escena. Aun cuando los policías llegaran, no habría a quién detener.

Según palabras de Jorge Gaviño, las estaciones con mayor índice de robos son Constitución de 1917, Balderas, Bellas Artes, Pino Suárez, Tacuba, Pantitlán, Zócalo e Indios Verdes, la gran mayoría, estaciones que conectan con varias líneas.

Aunque se lanzan constantemente operativos para frenar este tipo de ilícitos, de poco o nada sirven, pues conocida es la corrupción que hay en la policía; el ejemplo más claro son los vagoneros, quienes supuestamente tienen prohibida la entrada a las instalaciones pero siguen ofertando sus productos. Si eso ocurre con ellos, que están a la luz, lo mismo seguramente ocurre con los que operan en el anonimato.

@LosIrritantes

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