Irritante Navidad…

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La Navidad no es otra cosa que un pretexto para el consumismo sin sentido, algo que a los mexicanos nos encanta, y a lo que le entramos con toda la fuerza de las tarjetas bancarias.

50, 100, 200 o 500 pesos, aún no termina noviembre, pero las escuelas, las oficinas y las familias ya están poniendo precio al famoso intercambio navideño, una especie de convivencia social que disfraza una verdad terrible: la gente mide el cariño de sus seres queridos en precios, etiquetas y objetos inútiles.

La mayoría de los mexicanos, al menos los asalariados, no ven llegar diciembre y ya están tronándose los dedos por los gastos que vienen. Qué importan el fin de año, los propósitos, convivir con la familia o estar unidos, cuando lo verdaderamente importante son las rebajas de las tiendas, comprar, comprar y comprar, ¿qué te van a regalar?, ¿qué vas a regalar tú para que no crean que eres pobre o tacaño?

Por supuesto, ni pensar en una Navidad no materialista, se rompería la ilusión de que te regalen ropa que no te vas a poner, peluches que te van a estorbar, libros que no vas a leer y chocolates que te van a engordar.

Pero para todo esto, las marcas, las tiendas departamentales y los bancos, ya nos han preparado un sistema perfecto, que no nos permite escapar a la euforia del consumismo navideño. Créditos para que puedas seguir comprando, rebajas engañosas para que gastes “sin culpa”, tarjetas de regalo para que la otra persona sepa cuánto la quieres, en términos de dinero y moños bonitos para adornar tu enorme hipocresía.

El consumismo es cada vez más y más fuerte, avanza con los medios de comunicación y nos invade hasta la cocina.

¿Qué hacía la gente del México de hace 50 o 60 años en Navidad? Entonces no había Librerías Gandhi, no existían las tarjetas de regalo y menos las aplicaciones para intercambio navideño, y las tiendas departamentales eran un asunto exclusivo de las clases muy altas. En esa época, los mexicanos comunes y corrientes se reunían en familia, cantaban, juntaban lo que cada quien podía cocinar, las abuelas tejían suéteres que duraban toda la vida, los niños jugaban, y lo importante era pasar otro año juntos; los regalos, pocos y con mucho esfuerzo, eran realmente valiosos para quien los recibía, pero no representaban marcas o monedas, sino cariño y aprecio.

Hoy día los resultados de la Navidad en los hogares mexicanos son toneladas de basura, kilos de más, deudas impagables, closets llenos y un montón de inconformes que no llenaron sus vacíos existenciales con ningún regalo.

¿Qué importan el amor, el cariño o la solidaridad?, ¡a mí lléname mis expectativas no cumplidas, mis frustraciones y mis sueños rotos con bolsas, zapatos y accesorios de moda, a meses sin intereses!

@LosIrritantes

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