Los mexicanos somos cada vez más violentos. Quizá es el enojo social, la desesperación, la impotencia y la rabia, todos los sentimientos que provoca vivir en un país que no opera, no avanza y está detenido desde hace más de 50 años.
Sin embargo, es difícil comprender qué nos ha llevado a ser altamente intolerantes, a grados que generan violencia por cosas absurdas, sin el más mínimo respeto y en clara ley del más fuerte.
Prepotentes, intolerantes y bastante tontos, así es la gran mayoría de mexicanos que no conviven con las diferencias de pensamiento o de sentimiento, van por ahí imponiendo sus maneras de pensar y destierran a quienes no piensan como ellos.
Quizá muchos de los problemas de México podrían tener vías de solución si el nivel de intolerancia fuera menor, pero parece que aquí no sabemos discutir ni llevar el debate con inteligencia.
Claro que aquellos que discuten a ciegas sólo demuestran su propia ignorancia, algo que sí llevan como corona muchos mexicanos y de lo cual hasta parecen estar orgullosos.
La Izquierda, la Derecha, los partidos políticos, el fútbol, el aborto legal, el matrimonio gay, la educación en las escuelas, la religión, la diversidad sexual, la liberación femenina y hasta el “Hoy No Circula”, todo es objeto de discusión para los mexicanos que no pueden asumir las decisiones de alguien más y dejar de pensar que todo debe ser como ellos creen.